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martes, 16 de junio de 2020

La noche de los cuchillos

Me había puesto el chaleco de balas justo antes de que empiece la tormenta, vi todo caer al rededor de mí, vi como intentó hundirme. Lo vi destinado a matarme aún si tenía que usar mí propia sangre como pistola. El me recogió de la misma muerte, pero ahora se ríe de mis caídas, se ríe de mis cicatrices. Me conoció descocida, me conoció rota y sangrando, se quiso quedar y ahora habla de la noche de los cuchillos, y el plato principal lo acompaña  con mentiras.
La única verdad que dijo fue la que dolió, hablo de mí enfermedad, sin conocer mí cura el habla de mí enfermedad. Habla de la sangre corriendo, sin que yo hablé de sus espasmos. ¿Estábamos hablando de toxicidad no es cierto? Apunta eso, se rió de mí enfermedad, se rió de mí adicción. Supongo que las horas en mí psiquiátra no le aclararon las cosas, supongo que olvidó que detrás de todo me encontraba yo. 
Sabía cuáles son las balas que me derrumban, recordó cual era mí talón de Aquiles, quiso reírse, quiso contarle al mundo que una vez la pasé mal, quiso hacerlo creer que fue por el. El me conoció cuando solo comia agua, me conoció cuando lucía como un saco de huesos, y hoy pública la sangre que vio correr por mis brazos, hoy se anima a reírse de eso. 

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