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domingo, 11 de septiembre de 2016

Agustín Segundo

Si, por esas casualidades horrendas de la vida tenían el mismo nombre. Y no, no fue a propósito.
Volviendo a lo importante, el estaba empezando a generarme eso que creí que jamás iba a volver a sentir, le había hecho el duelo al amor porque sabía que ese sentimiento iba a ser una pérdida ya que jamás lo volvería a sentir pero ahí estaba de nuevo con ganas de quedarme acostada encima de él sin la necesidad de desnudarlo.
Todo había comenzado lo suficientemente casual como para creer que sería, pero sin darme cuenta estaba un rato de todos mis días hablando con el, sonriendole al celular cuán adolescente enamorada, el se preocupaba por mi problemas, se ocupaba de esas cosas que yo no quería ocuparme, paseba a mi can en su auto, cumplía mis antojos sea cual es y delante de sus amigos me sujetaba fuerte la mano. Lo abrazaba y sentia que no necesitaba otra cosa, volví a sentir esa sensación que es una mezcla sexual y amorosa sin ni siquiera sacarle una zapatilla.
No me pregunten como paso, solo se que mi pasado me desespciono tanto y que cuando más rota estaba me abrazaron tan fuerte que me reconstruyeron. Y hoy lo veo, cerrando sus ojos cuando le lleno el rostro de besos y ya no me imagino una familia feliz, no, solo me imagino una pareja, algo razonable, en otra ciudad quizás otro país fuertes y juntos.
Y si me dejas podría contar tus lunares todos ellos, una noche entera, o podría escuchar esa risa fingida que hace antes de cortar una llamada, fingiría tener frío para que me abraces fuerte como cada que temblequeo, te besaria tanto, te escucharía diciéndome que me quieren una y mil veces más.

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