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martes, 25 de octubre de 2016

Same love

Estaba cambiando, las cosas a mi alrededor empezaban a encajar y en ese abrir y cerrar de costumbres apareció el, un metro setenta quizás un poco más, ojos verdes grandes y redondos como platos, una sonrisa que esconde y nuestra poco, pelo inestable y arreglado, pestañas que tocan el cielo, y una frente tan besable como su cuello. 
Quizás si era pronto para que todo se de así, pero era como yo lo sentía y por lo que el me decía podía entender que el también lo sentía de la misma manera y ¿por que frenarnos si ambos lo sentimos?. Estaba junto a su hermana juntando los platos de la cena, el jugando con mi hermano y sus juguetes, mirando programas aburridos con su abuela, el tocando el piano con mi hermana, cargándome en sus brazos para que no pude barro, sacándome el bolígrafo para que no le gane escribiendo en nuestros juegos típicos de tarde de lluvia. En cada momento de mi vida el estaba, apoyándome, a veces no compartía alguna desicion mía pero aún así estaba a mi lado, sujetándome fuerte diciéndome que nunca lo dejé caer y ahí estoy yo, de nuevo, diciéndole que siempre estaré para el pase lo que pase.

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